Cartografía Antigua: Ciudades de América
Planos manuscritos de archivos españoles: Portobelo (1731).
Portobelo, Juan Herrera y Sotomayor, 1731. Servicio Geográfico del Ejército.
Portobelo (1731)

<<Plano del proyecto de La nueva ciudad de Portovelo».
Juan de Herrera y Sotomayor.
Servicio Geográfico del Ejército
(A." } IT4/C4/N." 32)
(690 X 910 mm).

LA CIUDAD

Desde que Cristóbal Colón arribó a la bahía de Portobelo el 2 de noviembre de 1502 hasta que la ciudad toma cuerpo como tal, pasa casi un siglo. En este largo período es la población de Nombre de Dios la que cumple el papel de punto de intercambio entre las mercancías que atraviesan el istmo de Panamá por el camino de Cruces, entre uno y otro lado del continente americano.

En 1584, cuando los habitantes de Nombre de Dios empiezan a trasladarse a Portobelo, éste es sólo un conjunto de chozas de paja situadas al fondo de la bahía. La fundación oficial se produce en 1597 por Francisco Valverde y Mercado, que es nombrado gobernador, permaneciendo en este puesto hasta su muerte en 1644. Portobelo se pobló poco a poco y su estructura defensiva fue proyectada por Bautis ta Antonelli, que planeó un conjunto de fortificaciones estratégicamente situadas en el territorio circundante. A la entrada de la bahía, el castillo de San Felipe de «Todofierro», terminado en 1602, y protegiendo la ciudad, el castillo de Santiago de la Gloria, con una gruesa muralla y un foso inundable, y en tercer lugar, el castillo de San Jerónimo, cerca de la Aduana y construido a mediados del XVII. En todos ellos las técnicas de los trazados regulares de fortificaciones se combinan con el aprovechamiento de los desniveles y condiciones topográficas del terreno.

Mientras tanto, Porlobelo se convierte en un punto fundamental en la ruta transoceánica de los galeones españoles y las dos ferias anuales que allí se organizan adquieren una enorme fama debido a la importancia de las transacciones comerciales que en ella se realizan.

En 1606 la ciudad tiene, además de iglesia mayor y Cabildo, Hospital Real, Casas Reales y el convento de la Merced, con una población no superior a los 450 habitantes, de los cuales casi 200 son soldados. Todos el los viven de las rentas que les producen el alquiler de la lonja, las 14 pulperías y el hospedaje, viviendo en un conjunto no mayor de 80 casas, casi todas de madera.

La ciudad en su mejor momento no llegó a tener más de 500 casas, que se organizaban alrededor de dos calles irregulares: la de la Merced y la Real, y en tres pequeños barrios: el de Triana al oeste, el de la Merced en el centro y el de la Carnicería, ocupado por la población de menores recursos.

Dos plazas irregulares y no muy bien delimitadas tenía Porlobelo: la plaza del Mar, al borde de la costa y cerca de la Aduana, y la lonja y la plaza mayor, frente a la iglesia de San Felipe.

Este conjunto de barrios, calles y plazas hacen de Portobelo una ciudad irregular en su trazado y en su vida, que se sucede a golpes de enorme actividad y de tremenda somnolencia.

En 1746, cuando la ruta de la flota española cambia de recorrido para pasar por cabo de Hornos, Portobelo se convierte sólo en una pequeña población sin interés, a lejada del tráfico oceánico, que languidece en las costas de Panamá.

Pero en ese siglo y medio de vida activa Portobelo es atacada numerosas veces por piratas, corsarios y toda clase de flotas enemigas: Parker en 1602, Morgan en 1608, Coxon en 1679, Spring en 1702, Hostes en 1728 y Vernon en 1738, que ponen a prueba sus defensas con mejor o peor fortuna.

A pesar de ello, la defensa de la ciudad y de su bahía estuvo siempre asociada a un sistema complejo de fuertes que, con un juego de baterías altas y bajas, dificultaban el ataque de los enemigos presentando un blanco difícil. Seguramente el único proyecto de amurallamiento, es el realizado por el brigadier Juan de Herrera y Sotomayor en 1731. Este proyecto, que de hecho es una propuesta de nueva ciudad , nunca se puso en práctica en su totalidad y
Portobelo permaneció en la costa meridional de la bahía. Su interés radica en la estructura de su organización sobre un eje longitudinal con cuatro calles que lo cruzan y en la plaza cuadrada que surge como consecuencia de «morder> cuatro esquinas a sendas manzanas. El perímetro de un conjunto de once manzanas, todas de distinto tamaño y forma, se cierra con una muralla también irregular en su trazado general, a pesar de que sus cortinas, baluartes y revellines mantienen la regularidad propia de los trazados militares defensivos. En definitiva, un proyecto singular cuyo planteamiento probablemente no se deba a Herrera y Sotomayor, sino que es de una época anterior a su llegada a América.

EL PLANO

El plano conservado en el Servicio Geográfico del Ejército es el típico plano de proyecto en el que se emplea el color amarillo para aquellas zonas que se proponen como nuevas, dejando el rojo o rosado para lo existente.

Su principal particularidad está en la curiosa división en dos partes, que representan la nueva ciudad proyectada a dos escalas.

En una de ellas a parece el conjunto de la bahía con el sistema de fortificaciones y la ciudad antigua, en la otra, cuidadosamente dibuja, la «nueva ciudad de Portovelo con el nombre de San Carlos», a una escala conveniente para apreciar los detalles de localización, en el estuario formado por la desembocadura de los ríos Caocaxal y Claro.

El empleo de las aguadas verdosas pra la vegetación y gris humo para los sombreados y la utilización de una escala en pies del Rhin son típicos de los planos de Juan de Herrera y Sotomayor, como los realizados para Panamá, en 1716 y para Cartagena de Indias en 1730.

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