Cartografía Antigua: Ciudades de América
Planos manuscritos de archivos españoles: Montevideo (1783).
Montevideo, Anónimo, 1783. Museo Naval.
Montevideo (1783)

«Plano de la ciudad de Montevideo.
Anónimo.»
Museo Naval
(XL I V. B.J)
(510 X 745 mm).

LA CIUDAD

Para contrarrestar la influencia portuguesa en la banda oriental del río de la Plata, que se vio incrementada con el asentamiento de la colonia de Sacramento, la Corona española decide la fundación de una nueva ciudad en sus proximidades, con el fin de establecer un punto fuerte al otro lado del río. El gobernador Bruno Mauricio de Zabala, proveniente de Buenos Aires, funda la fortaleza y posterior ciudad de Santiago de Montevideo en el extremo peninsular de una amplia bahía. El lugar, toma su nombre de un pequeño cerro avistado por la expedición de Magallanes en 1520: «monte veo», «montevídeo».

Desde el principio, la nueva fundación cumple fundamentalmente una misión militar para frenar el avance portugués y ser un punto de referencia de la ocupación territorial.

La conformación del núcleo quedó afectada por la localización de los fuertes y la ciudadela, que son los primeros edificios en construirse.

El fuerte se armó con más de 300 cañones y poco después se parceló la península para los primeros pobladores civiles. Cuatro años más tarde de la fundación, en 1730, se creó el Cabildo, cuya historia está llena de frecuentes litigios con el gobernador militar de la plaza.

Alcedo nos habla de la situación de Montevideo con «más de 1.000 vecinos, algunas familias ricas y distinguidas, de excelente clima, a legre, apacible y sano; de terreno fértil, abundante en frutos, con comercio de cueros y a 50 leguas
de Buenos Aires».

Sin embargo, su crecimiento fue lento, ya que se dedicaron las inversiones más importantes a la constitución de las fortificaciones. la iglesia matriz en la plaza mayor se construyó entre 1790 y 1804, según un proyecto del ingeniero portugués José Custodio de Soa y Faria, y es de planta jesuita de tres naves y dos pisos.

El Cabildo y la Recaba, realizados según un proyecto del académico Tomás Toribio, datan de 1804. Del mismo autor es la Casa de la Misericordia, que albergó a los huérfanos de la invasión de 1806. Su planta, que tenía un importante eje de simetría, capilla en planta central y una estructura general en base a unos grandes patios, no llegó a plasmarse completamente.

En 1777 los portugueses abandonan la colonia de Sacramento y en 1778 se declara el libre comercio. Estos dos factores son decisivos para el crecimiento de Montevideo, que, sin embargo, poco antes de la independencia, no llega a los 5.000 habitantes.

En su estructura es determinante la presencia de la ciudadela, de planta cuadrada y estrellada y realizada según un proyecto de Diego Cardoso de 1744. Pero resulta especialmente singular la presencia de lo que es hoy la plazoleta Zabala, antiguamente ocupada por la Casa del Gobernador, que se sitúa totalmente desviada en relación a los ejes perpendiculares del trazado. Estos ejes definen una trama de unas once por ocho manzanas que crecen desde la plaza mayor, descentrada en el conjunto, hacia el perímetro, definido por el borde de la costa. Es precisamente la costa de Montevideo, por su facilidad de navegación y por la adecuada profundidad de su bahía, lo que hace que la ciudad se convierta en una importante escala en la ruta del Pacífico, llegando a tener a finales del XVIII una actividad portuaria que se acerca a la de Buenos Aires.

EL PLANO

Al final del siglo XVIII la cartografía urbana de los ingenieros militares se encuentra en su mejor época. A una mayor precisión del levan tamiento topográfico se añade el empleo de técnicas cada vez más cuidadas en el dibujo. Buena muestra de ellos es es te plano de Montevideo delineado sobre un papel verjurado, probablemente de origen inglés, en buen estado de conservación, que ha sido posteriormente pegado sobre otra hoja que aparece por los bordes, enmarcado con el clásico reborde negro y rematado con una magnífica cartela en aguada gris, llena de motivos vegetales a los que acompañan otros de carácter militar -lanzas, banderas y cañones- y de carácter científico - libros y un globo terráqueo-.

El ya clásico color rosado para la parte construida de la ciudad se restalta con un borde más intenso en dos de sus lados, y en el terreno, además de contener la red de caminos, está cuidadosamente reflejada la base vegetal y las características de la costa.

En la muralla, posiblemente no muy sólida, pueden apreciarse la distribución de las piezas de artillería, y en el interior del recinto pueden distinguirse las zonas construidas, los solares y los jardines, en una trama urbana con claros síntomas de estar en un período inicial de formación.

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