Cartografía Antigua: Ciudades de América
Planos manuscritos de archivos españoles: La Habana.
La Habana, Antonio de Arredondo. Servicio Geográfico del Ejército.
La Habana

«Plano de la ciudad de
La Habana».
Antonio de Arredondo.
Servicio Geográfico del Ejército (Cuba, pág. _89)
(720 X 420 mm).

LA CIUDAD

San Cristóbal de La Habana, definitivamente establecida en 1519 en el borde interior de una bahía de excepcionales condiciones como puerto natural, crece lentamente alejada de las rutas comerciales y de los focos de mayor interés colonizador.

A mediados del XVI apenas llega a los 300 habitantes, que se aglutinan alrededor de una primera fortaleza: La Fuerza, formando un conjunto de casas de pobre constitución asentadas probablemente sin un plan previo.

La plaza mayor - «La Plaza» - será, al principio, sólo un descampado, alrededor del cual se sitúan, desordenadamente, el castillo, la iglesia parroquial, un hospital, la Aduana, los almacenes del puerto, ...

Pero poco antes de mediados del siglo XVI, Felipe II, dispuesto a defender su imperio ultramarino de la amenaza de otras potencias europeas, decide establecer un sistema defensivo para todo el Caribe que permita un intercambio seguro de mercancías entre el Viejo y el Nuevo Mundo. La Habana se convierte en el punto de encuentro de todos los barcos que, llegando desde distintos lugares del continente americano, emprenden juntos su regreso a la Península. Desde ese momento la historia de La Habana cambia de rumbo.

Probablemente la regularidad del trazado llega con Cristóbal de Roda y su plano de 1603, donde definitivamente se asientan las líneas generales de la estructura urbana formada por calles rectas que se cruzan formando manzanas cuadrangulares.

El centro de la actividad urbana, suituado en el entorno de la Plaza de Armas, se desplaza hacia la Plaza Nueva, más al sur, sobre un eje que bordea la línea interior de la bahía.

Si hacia 1630 la población de La Habana podía estimarse en unos 6.000 habitantes, al final del siglo alcanza algo más del doble, ocupando casi todo el recinto interior de la muralla, que empezó a construirse en 1674 y no se termina hasta 1740. Para entonces la densidad media estaría alrededor de los 100 hab./Ha., siendo mayor en el área donde se sitúan las dos plazas más importantes.

Durante casi todo el siglo XVlll La Habana crece sólo dentro del recinto intramuros, consolidando su estructura de calles y manzanas ya definida con anterioridad.

Hacia 1730 algo más de 100 manzanas están ocupadas por la edificación en una extensión que se aproxima a las 80 Ha. Superado el medio siglo, todo el recinto está prácticamente consolidado y la población alcanza los 50.000 habitantes.

Los primeros barrios extramuros con cierta consistencia aparecen en el último tercio de siglo, mientras que en el interior se producen algunas transformaciones del tejido urbano, sobre todo en los bordes próximos a la bahía.

Mientras tanto La Habana ha consolidado su estructura intramuros con un trazado que ha sido llamado semiregular en el que las funciones urbanas más públicas se encuentran repartidas entre la plaza de la Ciénaga (de la Catedral), la plaza de Armas, renovada y reformada en el XVIII, y la plaza Nueva (hoy Vieja), más en el interior y en los ejes formados por los espacios de borde de la bahía predominantemente portuarios y las calles que unen estos con las principales puertas de la muralla.

Una constante preocuación por la defensa de la ciudad han llevado a las autoridades a invertir un gran esfuerzo económico y social en la construcción, reforma y ampliación de los castillos y fortalezas. Primero la Fuerza, luego La Punta y el Morro, en la boca de entrada a la bahía, y más tarde La Cabaña, el Príncipe y Ataré, conforman un sistema defensivo total que en el siglo XIX queda obsoleto sin haber llegado a ser puesto a prueba después de 1763.

EL PLANO

El ingeniero Antonio Arredondo llega a Cuba en 1733 y desde su primer contacto con el territorio americano se ocupa de la realización de proyectos y obras de fortificaciones (castillo de San Severino de Matanzas en 1734, el fuerte de La Punta en 1735, en La Habana; Torre enjaragua la Grande, 1736 ... ), así como del levantamiento de planos de ciudades (San Agustín de la Florida, 1737; Matanzas, 1737; Santiago de Cuba, 1740 ... ). Todos ellos dentro de la isla caribeña o de su entorno próximo.

Este plano de La Habana realizado en 1746, de acuerdo a las técnicas cartográficas de la escuela de ingenieros militares españoles, incluye una propuesta para una nueva muralla. El perímetro terrestre de ésta acaba de terminarse, y Arredondo, que llegó a ser el comandante de las fortificaciones de esta ciudad, propone su reforzamiento «de modo que sea respetable a todas las naciones en atención a su importancia».

El proyecto, que incluye fosos, baluartes, caminos cubiertos, glacis y revellines trazados de acuerdo con las buenas técnicas de las fortificaciones, respeta el recinto de El Arsenal en el extremo meridional y el castillo de La Punta en la boca de entrada a la bahía.

En el plano, que suministra una completa información del trazado de la ciudad, de su muralla y de sus edificios más importantes, puede apreciarse también la existencia de la llamada Zanja Real, o sistema de abastecimiento, y de los puntos de toma de agua, del recorrido de los conductos y de los puntos de toma de agua: en el borde interior próximo a la muralla terrestre, en la plaza Nueva y en la plaza de San Francisco, a bierta al mar.

Los colores son los ya clásicos: rosado para las manzanas existentes, amarillo para el proyecto, verde el mar y gris de humo para los sombreados. El plano, que conserva muy visibles los pliegues de su doblado, tiene una escala de toesas y está firmado y rubricado por su autor.

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