Cartografía Antigua: Ciudades de América
Planos manuscritos de archivos españoles: Santo Domingo(1778).
Santo Domingo, Antonio Álvarez Barba, 1778. Museo Naval.
Santo Domingo (1778)

«Plano de la plaza de Santo Domingo».
Antonio Álvarez Barba.
Museo Naval (XX, D.B)
(535 X 740 mm.).

LA CIUDAD

Fundada por Bartolomé Colón en 1502 y destruida por un huracán, es Nicolás Ovando el que ordena su traslado y manda «haçer la traça a regla y compás» con un trazado sorprendente para su época, experimentando así la primera ordenación del espacio americano con un canon diferente al empleado en la Península.

Durante algunos años, Santo Domingo es el centro vital del descubrimiento y colonización española. Allí se levantan, por primera vez en América, escuelas, conventos, universidad y Audiencia.

La primitiva iglesia se sustituye por la catedral, cuyas obras fueron impulsadas por el obispo Alejandro Geraldi y dirigidas por Lluis Moya. De trazado gótico con tres naves y dos capillas laterales, llama la atención la poca altura de sus bóvedas, aunque la iluminación está bien resuelta con capillas de estructura independiente. Según Ramón Gutiérrcz, la portada principal retoma la tendencia sumatoria artística atisbada en el interior al adscribirse a la propuesta plateresca, mientras que los laterales mantienen los goticistas arcos conopiales. Las bóvedas parecen haber sido realizadas por Rodrigo Gil de Liendo en 1529.

El conjunto de las edificaciones singulares de Santo Domingo se constituye en su época de esplendor, durante el siglo XVI: el palacio de Diego Colón, de 1510 a 1514; el Hospital de San Nicolás de Bari, de 1533 a 1552; el convento de San Francisco, hacia 1525, y las edificaciones de las Atarazanas y la Torre del Homenaje, entre 1515 y 1530.

Pero el apogeo de Santo Domingo sólo dura tres lustros. En el segundo cuarto de siglo, el centro de la colonización se desplaza a Cuba y Puerto Rico y la despoblación y abandono general se agravan con la desbastación de las poblaciones del occidente de la isla: Bayajá, Montecristi y Puerto Plata.

Ya en 1586 se erige una cerca que va perfeccionando poco a poco en el paso del tiempo con la construcción de sucesivos baluartes. En el siglo XVIII todavía era una simple amalgama de piedra y adobe sin gran consistencia y de la que sólo era destacable la puerta del Conde y una parte del lienzo en la parte que da al mar. El único fuerte de Santo Domingo, la «Fuerza Vieja», se refuerza después del ataque inglés de 1656 con una cortina de protección unida a la Puerta Grande a través del recinto murado. El castillo de San Gerónimo proyectado al otro lado del río, nunca llega a realizarse. La decadencia de Santo Domingo se acentúa con la cesión a Francia de la parte occidental de la isla en 1697 y la nueva cesión de la isla completa en 1795, aunque pocos años después volvería a España esta parte.

La estructura urbanística de Santo Domingo no es tan regular como pudiera parecer. Sin duda la intencionalidad geométrica está reflejada en su trazado, pero no tiene la claridad que luego llegarían a alcanzar las fundaciones realizadas en el continente americano.

El núcleo original, del que no se conservan planos, debió estar alrededor de la plaza mayor y de la zona marítima cercana a la desembocadura del río Ozama, y el convento de La Merced debió ser el límite de la ciudad. La catedral se sitúa en un lado de lo que seguramente fue la primitiva plaza mayor, que ocuparía el espacio completo correspondiente a una manzana.

A finales del XVIII el recinto intramuros no superaba las 60 manzanas consolidadas, como refleja el plano de Álvarez Barba de 1778. El espacio comprendido entre la muralla y las últimas manzanas estaba ocupado por construcciones precarias alineadas a lo largo de las últimas calles de la ciudad, algunas de las cuales, la del Conde, se prolongan hasta la cerca.

EL PLANO

En un papel entelado, rebordeado de cinta y con un límite del dibujo y de la cartela perfecta y claramente señalado, se dibujó, visiblemente a lápiz, una cuadrícula de 2 cm. que probablemente sirvió para el levantamiento topográfico del territorio y de la ciudad.

Su autor, Álvarez Barba, volcó aquí todos sus conocimientos cartográficos, dando lugar a un plano que contiene una extensa, cuidadosa y detallada información de la ciudad y su entorno. Así era Santo Domingo al final del siglo XVIII. En el territorio: la red de caminos, la al timetría de los cerros y desniveles importantes del terreno, las áreas rotuladas y las no cultivadas y en el mar; la batimetría del recorrido de entrada al río Ozama y la información submarina de los bancos de arena en la boca del puerto. En la ciudad, tres categorías: las áreas no consolidadas donde aún existían barracones, las áreas consolidadas en el clásico tono rosado con un desvanecido de sus bordes para dar cierto volumen y por último los edificios más significativos con su organización interna en rosa más intenso. Al otro lado del río, en amarillo como es habitual, el proyecto de nueva fortaleza. Y el mar en verde. Todo el código gráfico de la cartografía militar rigurosamente representado.

El plano fue probablemente copiado algo más tarde en ejemplares muy similares, pero anónimos, que se conservan en el Servicio Histórico Militar de Madrid.

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