Cartografía Antigua: Ciudades de América
Planos manuscritos de archivos españoles: Buenos Aires (hacia 1760).

Buenos Aires, Anónimo, 1760. Servicio Histórico Militar.
Buenos Aires (hacia 1760)

«Plaza de La ciudad y plaza de La S. S. Trinidad Puerto de Santa María de Buenos Aires». Anónimo. Servicio Histórico Militar (E 18-2 N.• 6357) (720 X 1.150 mm.).

LA CIUDAD

En 1536, Pedro de Mendoza, buscando una nueva ruta hacia el Alto Perú, funda en el Río de la Plata una población que llamó Buenos Aires. Este nuevo asentamiento, a bandonado por los españoles en 1541, es de nuevo fundado por Juan de Garay, que llega desde Asunciõn en el año 1580, realizãndose la traza de la ciudad, que tenĩa 25 X 1 O manzanas, asignãndose las parcelas a los nuevos pobladores y formãndose el ejido.

Un siglo más tarde Buenos Aires está constituido por un fuerte de poca categorĩa, una iglesia mayor, algunos conventos y un conjunto de 400 casas, la mayor parte de ellas de adobe y paja.

El trazado inicial ha sido rigurosamente respetado y se ha producido una ocupaciõn progresiva de las manzanas de una manera focal a partir de la plaza mayor, a bierta al mar en el borde de la costa y cerrado su flanco marĩtimo por el fuerte y la casa del gobernador.

Durante el resto del siglo XVII y hasta mediado el siglo XVIII el crecimiento es lento y Buenos Aires es una ciudad a lejada d el trãfico comercial, y islada en el cono sur del continente, en la que su estructura urbana, formada sobre la base de la casa con patio, se difumina progresivamente hasta perderse en la inmensidad de la pampa.

En 1774 se realiza el primer censo, que arroja una poblaciõn de 11.118 habitantes; apenas hay unas veinte manzanas compactadas, el resto es un conjunto de casas desperdigadas en el entorno, pero ajustãndose siempre al entramado de calles y manzanas que se prolonga indefinidamente en el territorio.

Sin embargo, cuando en 1776 se constituye el Virreinato de la Plata y se decide la capitalidad del mismo para Buenos Aires, la ciudad empieza a conformarse más sõlidamente. Su puerto obtiene el libre comercio en 1778 y el censo de Vertiz de ese mismo año da como resultado una cifra prõxima a los 25.000 habitantes. La poblaciõn de esclavos negros y mulatos es para entonces casi un tercio del total. Se multiplican las obras de urbanizaciõn con la pavimentaciõn de las calles con adoquines y la iluminaciõn a base de velas de sebo.

A pesar de que se hacen esfuerzos por crear una industria elemental, la unidad de explotaciõn agropecuaria sigue siendo la estancia, pasando la productividad de menos de 150.000 piezas en 1750 a cerca del millõn a finales del siglo XVIII. Para entonces Buenos Aires se aproxima a los 40.000 habitantes, segũn las estimaciones de F. de Azura en 1801.

La mayor parte de los edificios importantes son los construidos por las õrdenes religiosas: San Ignacio, San Francisco, Santo Domingo, La Recoleta, y tienen un carãcter uniforme, con una gran homogeneidad estilista de influencia jesuítica, constituyendo hitos paisajĩsticos en medio de una trama uniforme que se extiende indefinidamente en un territorio sin apenas accidentes geogrãficos.

EL PLANO

Varios planos similares a &etilde;ste, conservados tambi&etilde;n en el Servicio Geogrãfico del Ej&etilde;rcito en Madrid, han hecho pasar desapercibida esta magnĩfica pieza de cartografĩa urbana probablemente debida al inicio de su tĩtulo: «Plano 6.• de la ciudad y plaza de la S. S. Trinidad» ... que dã lugar a error en la asignaciõn de su contenido.

A pesar de su anonimato y de no estar fechado, este plano de Buenos Aires proviene sin duda de la cartografĩa militar del siglo XVIII, ya que responde con todas sus caracterĩsticas a los dibujados por los ingenieros militares españoles: cõdigo normativo, forma de representaciõn, tipografĩa,. localizaciõn y forma de la cartela y leyenda, etc&etilde;tera.

Se trata por lo tanto de un plano que refleja la realidad edificada -color rosa de los edificios- asĩ como los elementos singulares de la trama urbana: iglesias, conventos, castillo y fuerte, palacio de los gobernadores y quintas de los particulares. El verde claro para el mar y el pardo para los jardines y huertas de las manzanas.

La escala de toesas permite medir sobre el plano, y la ocupaciõn de cada manzana por la edificaciõn, al estar cuidadosamente dibujada, permite tambi&etilde;n apreciar con claridad la densidad urbana, que se aleja apreciablemente desde las manzanas centrales hacia la periferia con foco en la plaza mayor.

En el interior de las cuadras se distingue todavĩa la divisiõn cuatripartita de los solares y la parcelaciõn general comprende un rectãngulo de unas quince por treinta ma nzanas en su extensiõn mãxima. Sõlo el llamado «Retiro de los ingleses», el convento de Recoleto, se coloca fuera de la rĩgida trama cuadricular.

El resultado de este dibujo proporciona una imagen sobradamente conocida del Buenos Aires del XVIII , con unos cõdigos grãficos perfectamente dominados y empleados con un trazado que se ajusta con gran precisiõn a la realidad.

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